
Pero déjanos morir como a nosotros nos gusta. Danos luces de colores. Danos sudor, saliva. Haz que se nos salgan los ojos, que se nos desencaje la mandíbula. Haz que el éxtasis parezca eterno. Y entonces, y sólo entonces, danos la mano y llévanos a ese sitio del que todo el mundo habla.
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